lunes, 25 de octubre de 2010

El niño de la casa


Sus días transcurren con una gélida cotidianidad. Se levanta muy temprano, a eso de las cinco, para despertar al menor de la casa. Hay que prepararle el desayuno, lo más fácil es un tazón de Corn Flakes, Zucaritas o Froot Loops, pero si él prefiere unos waffles o hot cakes tiene que prepararlos. Tiene que estar con él fuera de la casa alrededor de las seis y cuarto, para que lo recoja el recorrido del colegio. Cuando entra de nuevo a la casa, la señora ya está en la caminadora, como es de costumbre. El señor usa el Orbitrek, sólo dura unos diez minutos, tal vez menos. Ambos se duchan con agua caliente, mientras ella prepara abajo el desayuno. Huevos con bacon, pan tostado y café negro para el señor; jugo de naranja recién exprimido y una taza de frutas con yogur natural para la señora. El primogénito aún duerme, salió la noche anterior, para cuando despierte ya será la hora de almuerzo, así que no tiene que prepararle nada.

Los señores se van al trabajo, no vendrán hasta la noche, a eso de las seis, posiblemente más tarde. Tiene que empezar las tareas del día. Limpiar los dos pisos de la casa ya de por sí es una labor extenuante, pero es jueves, lo que quiere decir que es también día de lavado y planchado. Tiene que ser muy cuidadosa, las prendas de los señores son muy delicadas, ¡y quién aguanta al primogénito si una de sus camisas está mal planchada! A eso de las doce tiene un momento de sosiego, que ella convenientemente hace coincidir con su telenovela favorita. Come rápido, mientras cocina el almuerzo. No es mucho, sólo para el menor que ya no tarda en llegar, y para el primogénito que en cualquier momento despertará con resaca y hambre. Casi a las dos llega el microbús, el menor sale corriendo desde su interior y tira su mochila al cielo, ella a duras penas logra atraparla. Entra a la casa sólo para encontrar al primogénito hurgando entre el refrigerador, las ollas y las alacenas. Sirve el almuerzo para ambos. El primogénito termina y sube a prepararse para la universidad, el menor asalta el control remoto del televisor LCD en la sala. e la taajo, no vendrenneadaaahorra pedirla prepara abajo el desayuno. tas o Froot Loops.

Tiene que apagar la televisión a las 4, es hora de que el menor haga las tareas. Arma una parranda, no quiere dejar de ver los muñequitos. Ella aboga que es por su bien, pero a él no le importa. Cuando la disputa termina, él se encierra en su cuarto, supuestamente para hacer las tareas. Pero con una computadora con acceso a internet, un televisor, un Wii y otras comodidades, es imposible que un niño de 10 años pueda concentrarse en las obligaciones de la escuela. Mientras, ella enciende el pequeño radio que guarda en el cuarto de lavado y se dispone a terminar con las arrugas de aquella ropa tan fina. Lo peor, son las corbatas de seda del señor, tiene que tener mucho cuidado con esos pedacitos brillantes de tela. Recuerda una vez que, sin querer, quemó una blusa que la señora compró en una rápida estadía por Londres. Tardó 9 quincenas en pagarla. Desde entonces, es mucho más cuidadosa.

A las 7 y media llega la señora, no cena, como es de costumbre. Pregunta por el menor, quien está jugando Super Mario Strikers en su cuarto. Ella le dice que está bien, pero que hizo un berrinche a la hora de hacer las tareas. La señora le echa la culpa, le achaca no tener tacto con el menor. Le pide que no la moleste, porque se dará un baño de espuma en la tina. A eso de las 8 y cuarto llega el señor, pregunta por la señora. Ella le responde que está en la tina, el señor sale presuroso a buscarla, probablemente para tener sexo. Ella mira con ojos atónitos el cinismo de ese hombre, pues el perfume de mujer impregnado en sus camisas es muy difícil de quitar con detergente, pero él siempre llega cada día con una esencia diferente.

A eso de las 9, salen ambos del cuarto, le piden que prepare algo. Prepara una rápida crema de cebollas para la antojada pareja y es despachada para su cuarto. Saca el radio del cuarto de lavado primero, quiere escuchar la Radio Maranatha. Escucha unas cuantas alabanzas, pero el sueño la vence. Reza antes de dormir.

El Toyota Corolla entró por el portón de la casa a eso de las 4 de la madrugada, ella se despertó. Quiso levantarse y enllavar la puerta de su cuarto, pero no lo hizo. Esperó que esa noche fuera diferente. Respiró lento, mientras rezaba un Ave María. Lo oyó llegar, tropezando. El primogénito abrió la puerta de golpe, un olor a alcohol y vómito invadió la pequeña habitación. Ella abrió los ojos pero no la boca, sabía que le iría mal si decía algo. Apretó las sábanas mientras la penetraba y jadeaba encima de ella, abusando de ella como ayer, antier y como seguramente haría mañana.

Sus días transcurren con una gélida cotidianidad. El menor ya está en la escuela, los señores en el trabajo, el primogénito duerme, cansado de la noche de bacanal  y de haberla violado. Es viernes, es día de acompañar a la señora a hacer compras en el supermercado. Cuando regresan, a eso de las 7, el primogénito mira televisión en la sala. No asistió a clases, el cansancio es la excusa. Mientras cambia canales, le pide dinero a la señora para salir esa noche. La señora le da un billete de 500 pesos, como es costumbre. Nunca le niegan nada al niño de la casa, nunca.  

Ella lanza una pequeña plegaria al cielo. La misma de todos los días, pero que nunca es escuchada.


3 comentarios:

  1. Excelente estructura, me entretubo, me despejo, me hizo centrarme en el... Me gusto mucho! mucho!!!... Felicidades!!
    Ayin!

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  2. Muy buen relato. Me ha resultado estremecedor. Genial! Escribes muy bien!!!En esta circunstancia, yo también tiraba del "hilo"...¡cada noche!
    Un abrazo, Natty

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  3. Ayin: Gracias...

    Natty: Viste? De vez en cuando, cualquiera tiraría del hilo...

    Saludos...

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