lunes, 18 de octubre de 2010

Los que volvieron



Un lluvioso jueves de Septiembre, 5 locos victimarios del tiempo, se dieron cita en Managua. Uno de ellos, era yo.


Tres desmovilizados del Batallón de Lucha Irregular Juan Pablo Umanzor (BLI-JPU) concertaron una reunión en una humilde casita cerca de la Duya Mágica, cerca del referencial barrio de La Fuente. El objetivo de la reunión era discutir cómo pueden apoyar al Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional, trabajando en pos del apoyo y beneficio de los desmovilizados del Servicio Militar Patriótico. “Yo te acompaño” - le dije a mi papá.
 
La casa pertenece a José Luis, un moreno alto de semblante duro, apodado solamente como Chepe Luis. Su aspecto se ablandó mientras chineaba a su criatura, tal vez no mayor de unos 5 años.

La iniciativa de la reunión fue responsabilidad de Chepe Luis, La Sabandija (otro desmovilizado cuyo nombre desafortunadamente no recuerdo) y La Araña (mi papá). Se supone, que cada uno debía invitar al menos un desmovilizado más, para lograr un consenso entre todos los ex miembros del aguerrido BLI-JPU. Cuando el taxi de El Puma arribó a la entrada de la casa, supimos que mi papá fue el único que tuvo éxito con esta tarea. José Luis Rodríguez, apodado (sorpresivamente) como El Puma, apareció algo tarde, pero cumplió con la convocatoria que mi papá le hizo. Luego de los efusivos saludos y pertinentes bromas, arrancaron con las anécdotas.

“No éramos bravos, ¡éramos los más arrechos!” - me dice Chepe Luis, recordando los tiempos en que el BLI-JPU era reconocido como uno de los grupos más fuertes a la hora del penqueo, que generalmente era responder a las emboscadas de la Contra. Tal era su fama, que hasta entraron en una especie de “disputa” con el también BLI Simón Bolívar, que proclamaba ser el más arrecho. “¡Esos maes eran cagones!” - concluyó La Sabandija.

Entre risas, recordaron una vez que motivados por el hambre entraron a un platanal, sólo para encontrarse con los compañeros del BLI Francisco Estrada, que vestían como la Contra para despistar al (en aquel entonces) enemigo. “¡¿Para dónde van con esa mierda?!” - les dijo un hombre con uniforme de la Contra que les apuntaba con su arma, mientras se daban a la marcha con hermosas cabezas de plátanos sobre hombros. “¡Casi me cago del susto, ¿y no ves que eran los hijueputas del Francisco Estrada?!” - dice entre risas Chepe Luis.    

Mi papá se ganó el mote de La Araña por una especie de lanza morteros que cargaba, algo así como un cilindro con cuatro patas, listo para ser ensamblado y usado en medio del fuego entre lo más recóndito del monte. Además, llevaba consigo el C-15, el radiotransmisor. Cierta vez, trató de explicarme el código que usaban para comunicarse, pero desistí de tratar de entender. “Nunca la Contra nos pudo descifrar un mensaje, ¡nunca!” - sentencia mi viejo. Hasta cuenta, aunque no lo creo, que aparece en el documental de “Esto es Mulukukú”, con el radiotransmisor en mano. ¿Qué les parece?, mi viejo tuvo sus 15 minutos de fama, pero hace  más 20 años.

En cierto momento, las risas cesan, a medida que el tono de voz se vuelve un poco más sombrío. Han recordado a Matiguás, caído en combate. Ese día, todos lloraron la muerte del muchacho, les dolió. Y me atrevo a decir, que aún le sienten. 

Resulta casi un poco surreal, ver a estos tres viejos panzones (sólo tres, porque La Sabandija es pequeño y magro) discutir sobre aquellos años de lucha y hermandad, sobretodo en estos tiempos en que la Revolución Popular Sandinista pasa por un masivo proceso de difamación y desprestigio, tanto por detractores, involucrados y beneficiarios. Mi intención no es defender la RPS, porque no creo que haga falta. No fue perfecta, claro está, como todo proceso natural de cambio. Cambiar esquemas y romper paradigmas, es tal vez una tarea casi imposible en un corto plazo, por así decirlo. Sobretodo, porque no precisa de tecnologías, conocimientos o riquezas, sino de la capacidad misma del humano para abrazar el cambio. Pero como dije, no defenderé la RPS, sino a mi papá, a La Sabandija y a Matiguás.

Díganme, ¿es acaso justo que se mancille la memoria de los héroes y mártires que cayeron en todo el proceso de Revolución? ¿Por qué comúnmente leo u oigo a la élites pensantes (y pudientes) de nuestro país tildar a los viejos partidarios del FSLN de “borregos”, “piñateros”, “turberos” e “ignorantes”? La Sabandija no creo que pueda representar ningún peligro como “turbero”, pues probablemente su humanidad no pase del metro con sesenta de altura y las ciento treinta libras de peso; y Chepe Luis no puede ser tildado de “ignorante”, ¡el hombre trabaja en una universidad, Dios santo!; y si lo de “piñatero” es cierto, entonces mi papá es un tonto, porque no agarró nada, el muy lento.

¿Por qué vilipendian y minimizan a los ex movilizados, aquellas personas que huyeron al extranjero, que adoptaron un acento ajeno, costumbres cosmopolitas y mañas primermundistas? O peor aún, ¿por qué chavalas y chavalos de mi edad se expresan tan negativamente de los nicaragüenses que participaron en el SMP? Me parece repudiable (y asqueroso) que nosotros, los jóvenes, tratemos peyorativamente a los desmovilizados de  guerra, no por mi afinidad política, sino por un mínimo sentido de justicia. ¿Qué sabemos nosotros de ese contexto y de las razones que impulsaron a esos chavalos a tomar las armas unos contra los otros? Nada, no sabemos nada.

Si lo que hicieron en aquel entonces fue correcto o no, eso no lo sabemos, sólo el tiempo mismo se encargará de mantener esa interrogante siempre vigente. Si bien la guerra es algo que pretendemos olvidar, ha calado eternamente en la realidad nacional. Los años de lucha armada ya pasaron, pero siempre serán traídos a contexto actual como herramienta de discordia, y curiosamente será por personas que disfrutan de llamar “piricuacos” a sus mismos hermanos.

El respeto que profeso para los ex combatientes del SMP no es  servilismo, es justicia misma. No creo que sea justo con Matiguás, ni con los que volvieron. No es justo con Nestor, Pichardo, Chamorro, Pueblo, Vampirín, Chispa, El Cantor, El Puma, Chepe Luis, La Sabandija, La Araña, ni con todos los otros ex miembros del BLI-JPU.

Creo que los que volvieron, que hoy en día no amasan riqueza alguna, ni ostentan altos puestos, y se rompen el lomo día a día sólo por el sustento digno en taxis, buses, oficinas y más, merecen (cuando menos) nuestro respeto.   


Nota: Las imágenes las tomé (atrevidamente) del blog Demiurgo insmone, del artista nica Otto Aguilar. Para conocer más de su obra dale clic AQUÍ

6 comentarios:

  1. Necesaria la tarea del enlace generacional, consideraciones aparte, respeto sobremanera ese proceso, ya que por lamentables malos hábitos y persistentes verguenzas el olvido y el silencio es lo que muchos padres han recetado a sus hijos e hijas en lo que se refiere a la revolución... me alegra saber que hay nobles excepciones, un gran saludo y que sigas tributando la memoria que a todos nos hace falta Cristhopher

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  2. Gracias Alberto. Con estas líneas, no sólo espero honrar lo que hizo mi padre, sino muchos otros. Si fue "bueno" o "malo", eso no lo sabemos, y es mejor así.

    De paso, te felicito por tus imaginativos cuentos. Saludos.

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  3. Hola, una pregunta, estoy confundido, ¿quién es el autor de este bonito escrito, Manuel Membreño o Christopher Membreño Téllez? Gracias de antemano. Huber

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  4. por que no publicarmo el un diario a FIN, en estos momentos es nesesario,Aunque la historia no la podran tapar ni olvidar

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  5. Hola, Saludos Hermanos de lucha. Saludos del Cachorro del BLI Ramon Raudales.

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  6. Hola, Manuel, tu escrito me hace llorar. Todo lo que decís responde a mis sentimientos. Me encanta saber que existe un joven sensato con estos pensamientos humanistas. En mi historia personal, muchos amigos y muchos conocidos no volvieron, pocos lo hicieron: son una pérdida inmensa. Pero no conocidos, que volvieron o no, son mis hermanos también. Te agradezco profundamente este escrito. Me siento honrada de conocerte.Te pido autorización para colocarlo en el Museo de los Héroes en Facebook y en mi blog.Un abrazo

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