lunes, 22 de noviembre de 2010

Tres vergazos




Muere una ninfa

A las 08:33 AM
fue encontrado un cadáver
(pálido y regordeto)
en un callejón de Granada.
Llevaba una túnica rasgada sobre el hombro
y múltiples hematomas
provocados por golpes,
mordiscos,
(plumas de tinta china)
y rasguños.
Fue violada por poetas
disfrazados de sátiros.
Aún tenía la entrepierna húmeda
y sus ojos recitaban (en vano) por piedad.
Fueron seis
(o fueron ocho)
los que perpetraron la fechoría.
Ahora se preparan de nuevo,
(sus crímenes son premeditados meses antes)
se les viene una antología.



Pregunta un vendedor

En el templo pregunté:

-¿Quién fue el atrevido
que inventó la sofisma
y que metió doce meses en el año?
¿Quién fue el gracioso
que fraguó la mentira misma
y puso sólo cinco dedos en cada mano?
¿A quién se le ocurrió
la idea de morir para nacer
y que una sola entrepierna
era suficiente para el placer?

- Le llaman Dios - contestaron.

Grité:

- ¡Presentádmelo, por favor!

Grises, tristes, dijeron:

- Hace rato se marchó.



El crimen de Manuel Samsa

Una noche
de julio
llegaron a mi casa.
Derribaron mi puerta,
me tiraron al suelo,
esposaron mis manos.
-¡Usted está bajo arresto!-
dijeron.
-¿De qué se me acusa?-
pregunté.
Silencio.
Me llevaron
y me encerraron.
Pasaron días,
semanas,
meses.
Y en la oscuridad
de esa celda
húmeda y reducida,
entre ratas y cucarachas,
entre violencia y sodomía,
pregunté.
-¿De qué se me acusa?
Sólo silencio.
Me llevaron a juicio.
Mi jurado
fueron mujeres, niñas con niños, hombres.
Pueblo de todos los colores.
-¿De qué se me acusa?- 
reclamé.
El juez dictó sentencia.
-Para tus agravios
la muerte es la única (y más lógica) de todas las condenas.
Me mataron una mañana de septiembre.
Mi cabeza rodó por la plaza
ante los ojos de todos.
-¿De qué se me acusa?- 
lloré.
Y el verdugo,
asiendo el frío acero ejecutor,
contestó.
-Mala praxis poética.


Dibujos de Ariel Wajnerman (VER MÁS).

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