sábado, 22 de enero de 2011

La casa de fuego


Leía "El paraíso recobrado" sentado en una banca del teatro municipal de León, y se lo pasé a Ilich. El salvadoreño no conocía el poema o el libro "La insurrección solitaria y Varia", y ella estaba atenta. Nos felicitó por leer a Martínez Rivas, le gustó la revista que le di y me regaló su libro. Con la dedicatoria "para un estudiante de la poesía de Carlos Martínez Rivas" (tarea que me queda grande), Marta Leonor González me regaló "La casa de fuego", un poemario crudo, sin censuras y lleno de imágenes fuertes, y por eso me gusta tanto. Según Donaldo Altamarino, un pintor y poeta nicaragüense, nadie en Nicaragua se atreve a escribir cosas feas y grotescas, ni a hablar sobre padres pederastas y madres controladoras. Pero Marta Leonor sí lo hace, en este libro revela la mediocridad de la familia tradicional. He sustraídos tres poemas que me gustan mucho y se los comparto.

Cultivo familiar

Trago las púas que mi padre sembró, 
mi hermano las cultiva.
Mamá esconde el cuaderno
donde la niña garabateó
la casa en llamas
destruida por las palabras.

En este momento
veo las páginas tachadas
los poemas que mamá escribió
con vergüenza 
y el sueño de armar una ventana
inventar un color
"amarillo no es azul" me dice
y vuelvo a la paleta
donde ella confunde el rosa
con el fucsia.

Pero papá tiene ese jardín de púas para él
y noches largas de riego
donde le acompaña la congoja
y le descubre el color a las piedras.

Familia grande

Una casa es fruta de pan, ¿quién lo niega?
Fichas y tréboles sobre la mesa
una familia de ases que gana y pierde
que se temen devorados por su propio cielo.

Todos guardan adioses
en el mar de su cólera
los abismos de sus pesadillas
en la pintura de sus años.

Todos tienen una casa en llamas
aunque no la nombren
un travesaño podrido
el infiernito que los quema
una carta de despedida
como único recuerdo de sus padres.

Un alacrán que los persigue
todo el ardor de sentirse solos
con el sosiego que los envejece,
miel corroyendo acero.

La casa de ellos 

Dábamos cuenta de un linaje
plateada familia
vestida de escarcha

la niña de la mano del padre
la madre de la mano de la hija
el padre de la mano del hijo

-escondida pedofilia tras cortinaje-

juntos de manos en tarima
afanados felices
riendo, engulléndose
embutiendo todo el amor
en la casa morada por la apariencia

de la mano del padre
el niño balbucea sus primeros llantos
familia en harapos.


2 comentarios:

  1. Gracias por compartir. sinceramente no conozco a Marta Leonor pero me parecieron unos poemas "hermosamente duros"...
    Son poemas que expresan mas de lo que quisieramos ver...¿no crees?
    Un abrazo

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  2. No lo había visto así, pero tenés toda la razón Natty, son "hermosamente duros". Marta Leonor es una gran persona y, como podrás ver, una gran poeta también. Un abrazo para vos y tus alumnos.

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