viernes, 1 de abril de 2011

Legado de Beltrán Morales


Tened claro, yo no soy Ezra Pound ni ustedes caros míos, serán mis T.S. Elliot. Mi estatura y la vuestra será la de los menores de la tribu, porque escrito está que para otros son las decoraciones y las masivas ediciones. Todas las añadiduras prometidas brillarán en otros pechos, que para eso a nosotros se nos ha reservado el anonimato y la pobreza. Ya veréis nuestros poemas circular de mano en mano, porque la adversa coyuntura que es muy sabia, no permitirá mientras vivamos su publicación. No os extrañéis si oís correr la voz de que he perdido el juicio y heme vuelto peligroso. Ello facilitará a Satanás sus pompas. Tampoco os asustéis, cuando la muerte dé conmigo, que los sátrapas corran a editar la corono fúnebre que me tenían preparada. No os asombre si ellos tropiezan con vosotros para cargar el féretro de mis despojos y echar la última palada sobre el cúmulo: estarán abriéndome de par en par todas las puertas del reino, porque mi muerte les llevará la paz y el reposo que en vida les interrumpí. Y alguno de vosotros, insurrecto o levantisco, contra mi mandato envía sus poemas a concurso, irremediablemente a corto plazo triunfará en el certamen anual de arreglos florales. Pero en algo sígueme, si es que me has de hacer traición, oh hijo de mi alma, endulza tu lengua y no repitas tan a menudo la palabra hijosdeputa.

Erick Blandón (Las Maltratadas Palabras, 1990)

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